Cinco sitios con especial encanto invernal en la Provincia de Alicante – Descubrir Alicante
Alcoy
La Navidad no puede entenderse en la provincia de Alicante sin el legendario Belén de Tirisiti. Alcoy se transforma en el epicentro de las fiestas navideñas con esta particular función teatral con marionetas que se representa en la ciudad desde el siglo XIX. Todo un soplo de tradición para respirar el ambiente navideño más costumbrista, disfrutar de lo añejo y presenciar en directo este espectáculo.
Las obras son divertidas e irreverentes, con mucho descaro pero, sobre todo, con buen fondo: la recaudación siempre se destina a fines benéficos, con el espíritu de las fiestas como faro y con la ayuda a los más necesitados en fechas señaladas como objetivo último. Pero, por mucho reclamo que sea, Alcoy en invierno no se limita a un teatro con marionetas. La ciudad alcoyana cuenta con infinidad de motivos por los que visitarla.
Sus puentes, su arquitectura, una orografía que permite ver nieve, naturaleza, historia y un casco antiguo que bien vale un paseo. Las Torres Medievales, la clásica Casa del Pavo, los refugios de la Guerra Civil y una vida cultural de lo más sorprendente. Además, es una de las grandes referencias de la gastronomía mediterránea de montaña y del turismo activo. Todo un camino invernal a recorrer que termina, al final de esta fría estación, en el momento álgido de la ciudad: los Moros y Cristianos.
Ibi
La capital del juguete artesanal debe ser un lugar de peregrinaje obligatorio cuando el otoño toca a su fin y los niños empiezan a pensar qué pedirán a los Reyes Magos en las próximas fiestas navideñas. Una encantadora localidad del interior de la provincia de Alicante en la que se respira y hasta se palpa la devoción por el juguete, por estos pequeños objetos que dan de comer a media ciudad y que son uno de los pilares fundamentales de la industria alicantina.
Todo en Ibi gira alrededor del juguete: un hotel totalmente tematizado; un museo que recoge la evolución histórica y las cambiantes tendencias jugueteras a lo largo de las décadas; la casa de los Reyes Magos, en la que los niños podrán descubrir dónde van a parar sus cartas y como las majestades de oriente reciben sus peticiones… Historia tallada en madera con más de 100 años a sus espaldas, que sigue siendo el motor de Ibi desde que se fabricase el primer juguete en 1905.
Además de para engrosar las demandas navideñas de los más pequeños de la casa, una visita a este municipio de la comarca de la Hoya de Alcoy bien puede valer para disfrutar de otros muchos atractivos. Museo de la Fiesta, Museo de la Biodiversidad, un precioso jardín botánico y bellas estampas bucólicas rodeando toda la villa: un lugar que merece la pena visitar y que se llena especialmente de magia en Navidad.
Jijona
Si Ibi es la capital del juguete, Jijona es «La Meca» del turrón. Una ciudad concebida para rendir pleitesía a esta dulce creación tan recurrente en estas fechas, que tiene en la almendra su condición sine qua non y que, en sus distintos formatos, es uno de los lugares comunes más recurrentes en las mesas familiares entre diciembre y enero año tras año. Más allá de marcas blancas, productos industriales y producciones masificadas, Jijona reivindica el valor de la artesanía, la precisión de la experiencia y el concepto tradicional del buen turrón hecho a mano como seña de identidad autóctona.
Por supuesto, la ciudad cuenta con el Museo del Turrón. Toda una oda al patrimonio tecnológico más vetusto que se utilizaba en la elaboración de turrones y mazapanes locales, y que supone el punto neurálgico en el que comprender la inseparable vinculación entre ciudad y producto, casi entre continente y contenido. Más allá de turrones y helados –su versión veraniega- la gastronomía de la zona también es una gran fuente de riqueza y sabiduría: un estilo que fusiona lo mejor del Mediterráneo con las virtudes que desprenden los mejores fogones de montaña, con variantes de caza y un suculento y amplio abanico de platos de cuchara.
Además, y por si fuera poco, Jijona es uno de los principales caladeros de aventureros en la provincia de Alicante. Su situación geográfica hace de esta bella ciudad un lugar de paso imprescindible para amantes del senderismo, con grandes polos de atracción como la Llibreria, la Carrasqueta o el Castillo a tiro de piedra. Muchas opciones concentradas en un mismo lugar que también, como curiosidad, cuenta con alrededor de un centenar de fuentes antiguas que constituyen otro de los elementos más representativos de la ciudad.
Alicante
Lejos de las masificaciones veraniegas, de un calor que sobrepasa los límites de lo agradable para pasar a convertirse en un incordio, Alicante puede ser una gran idea para visitar en invierno. Con veranos, veranillos y falsos otoños ya dejados atrás, el sol invernal de la capital de la Costa Blanca abriga a sus visitantes para hacer de sus paseos algo confortable, una benevolencia climática que se encuentra en pocas latitudes en el mundo y una ciudad con mucho que ver más allá de sus playas y concurridos estíos.
Subir al Castillo de Santa Bárbara siempre se hace más llevadero con el termómetro por debajo de los treinta grados, así como caminar por el bonito barrio de la Santa Cruz o callejear por el casco histórico. Zonas cargadas de encanto e historia, una riquísima vida cultural –exposiciones como las del Mubag o el Marq son para dedicarles horas y horas- y opciones gastronómicas para todos los gustos: Alicante en invierno, más tranquila y hasta más barata, tiene una calidez que ya quisieran muchas.
La soleada Explanada de España, el paseo frente al Postiguet, el pequeño oasis para nostálgicos estivales que supone la Albufereta o una zona comercial que hace de Alicante una de las ciudades con mayor volumen de turismo de compras: siempre es buen momento para descubrir rincones ocultos de una ciudad accesible y cercana, pero los amantes de la paz y enemigos de las chancletas disfrutarán más de la ciudad mientras el resto de turistas planean el siguiente asalto veraniego.
Orihuela
La comarca de la Vega Baja, al sur de la provincia de Alicante, alberga muchos tesoros poco conocidos pero que vale la pena descubrir. Orihuela es una ciudad monumental, llena de construcciones históricas y con un patrimonio arquitectónico y artístico a la altura de muchas capitales españolas. Todo un dechado de herencias que comenzó a construirse hace ya siglos, pero que todavía hoy se mantiene –en perfecto estado de conservación- como el principal baluarte de esta localidad.
Gran parte de estos monumentos responden a una tradición religiosa que, lejos de segregar, aglutina los elogios que recibe una ciudad por singularidad. El Palacio Episcopal, el Museo de Arte Sacro, el Colegio Diocesano o el Museo San Juan de Dios son elementos que, independientemente de las creencias más profundas de cada persona, son objetivamente puntos de atención turística y transmisores de un legado a través de su arquitectura y belleza.
Pero, sobre todo lo demás, Orihuela es conocida por una cosa: es el lugar de nacimiento de Miguel Hernández, uno de los poetas españoles más universales y un icono de lucha contra la dictadura franquista. En su ciudad natal se encuentra una Casa Museo (con entrada gratuita), donde el poeta vivió con sus padres y hermanos y que recoge en sus dependencias toda una serie de elementos testimoniales de la vida del genial dramaturgo alicantino.
Fuente: ABC
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